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jueves, 9 de junio de 2016

Cinturones negros, tipos de psoriasis y un Meccano.



La palabra psicosomática significa: “factores psicológicos con influencia sobre las enfermedades”. Y al revés.

Para los que ya somos cinturón negro en psoriasis, galardón que se concede por el número de años de convivencia con la enfermedad, no es ninguna sorpresa la relación existente entre la misma y el coco (la psicología). Hasta hace no muchos años la medicina tradicional defendía a capa y espada una separación radical entre cuerpo y mente. Se interpretaban las enfermedades físicas como aquellas causadas por agentes externos al cuerpo o por anomalías del organismo y los problemas psicológicos eran algo distinto, que se comprendía poco y mal. Lo oculto. 

Actualmente, gracias dando, las cosas han cambiado mucho. Aceptamos al individuo como un conjunto único y global  y no se puede separar en partes distintas como si fuera un “Meccano”.

Las enfermedades físicas, como la protagonista de este blog, causan dolor, y fuertes reajustes en la vida del individuo, de modo que producen reacciones emocionales, como por ejemplo, estrés y por tanto, ansiedad, etc. Algunos fármacos que se suministran para atajar enfermedades físicas también influyen en el área emocional. Esta relación es bidireccional, el estado anímico, a su vez, también puede ser un agente desencadenante de trastornos físicos que pueden ser serios, ya que las defensas del  organismo se encuentran en su punto mínimo. El estrés continuado conduce a la úlcera de estómago y algunas enfermedades psicológicas se manifiestan, sobre todo, a través de somatizaciones, como dolor de cabeza, lumbago, parálisis de una parte del cuerpo etc. Relajado se vive mejor. 

Queda mucho por investigar y comprender alrededor de la interacción entre lo físico y lo mental, ya que es un nuevo campo de estudio y existen múltiples asociaciones posibles en función de la enfermedad física o problema psicológico que se plantee. No obstante, estos ejemplos sirven para tener bien presente la asociación mente cuerpo en nuestra vida diaria tanto en la enfermedad como en el bienestar.

La psoriasis se define como una enfermedad crónica, es decir, que de momento no existe curación definitiva. La enfermedad suele evolucionar a brotes, alternando periodos con más o menos lesiones, con otros sin ellas. Afecta a más de 125 millones de personas en el mundo. En España, hay alrededor de un millón de personas afectadas. 

Según estudios, no es hereditaria, aunque aproximadamente un 30% de los pacientes tienen antecedentes familiares. Tiene más incidencia en climas fríos, por tanto se presenta más en la zona centro y norte que en la zona mediterránea; y no es contagiosa, dato a resaltar, porque la psoriasis crea rechazo e incomprensión en la sociedad y la población teme contagiarse.

En las personas que tienen esta predisposición genética es preciso que además concurran factores desencadenantes. Éstos suelen ser acontecimientos externos como infecciones (sobre todo en la garganta), heridas en la piel, quemaduras, ciertos medicamentos y factores de tipo psicológico como la ansiedad, estrés o depresión, etc.

La psoriasis no es sólo cuestión de piel, posee un importante impacto psicológico y social en los pacientes. Se trata de una enfermedad emocionalmente invalidante.

Según un estudio, el 84,4% de los encuestados reconoce que esta enfermedad afecta a su vida de pareja y a sus relaciones sociales y el 43,5% manifiesta que, independientemente de donde tuviera las lesiones, han repercutido de forma negativa en su sexualidad. El paciente se siente indefenso, tiene sentimientos negativos hacia él mismo y preocupación por el rechazo del entorno.

Además de manifestar conductas de evitación, también se trata de ocultar la enfermedad. En medicina siempre lo es, y en esta enfermedad es especialmente importante la comunicación con el enfermo: explicarle desde el principio que es una enfermedad crónica, de causa desconocida, benigna, no contagiosa, y tener en cuenta los factores que pueden beneficiar o empeorar su situación. Esta actuación y la motivación del paciente cobra un papel tremendamente importante, ya que puede afectar a su trabajo, relaciones personales y sociales, etc.

Actualmente no existe tratamiento que le permita la curación definitiva de la psoriasis. La investigación ha dado como resultado tratamientos novedosos que pueden mejorar mucho o incluso blanquear las lesiones (hacerlas desaparecer temporalmente). Tales avances han permitido dar un salto adelante en la calidad de vida de los afectados.
En el tratamiento no se puede generalizar. Cada paciente tiene su tratamiento, dependiendo del tipo de psoriasis, localización, edad, etc. El dermatólogo personalizará el tratamiento en cada paciente. 

Hoy la dermatología cuenta con varias opciones de tratamiento para esta enfermedad, cada vez más efectivos y que dan más calidad de vida a los pacientes. Hay tratamientos tópicos o locales con cremas, tratamientos orales, foto quimioterapia y en los últimos años, se ha dado un paso muy importante para casos severos con los llamados tratamientos biológicos, con resultados muy satisfactorios pero de estricto uso y control dermatológico.

Igualmente curioso, me resulta leer hoy algo acerca de los tipos de psoriasis:

·       La psoriasis en placas es la más común, supone el 80 % de los casos aproximadamente.
·       La psoriasis en gotas es la más frecuente en niños y adolescentes. Las lesiones son pequeñas y se distribuyen como una salpicadura, generalmente en el tronco y en las extremidades.
·       La psoriasis invertida o de pliegues. Los pliegues que más suelen afectarse son las ingles, las axilas, entre las nalgas, y debajo del pecho en las mujeres.
·       La psoriasis pustulosa. Relativamente frecuente la psoriasis palmo-plantar pustulosa.
·       La psoriasis eritrodermica.
·        La artritis psoriásica se caracteriza por la inflamación (hinchazón, rojez y dolor) de las articulaciones, principalmente las de los dedos de manos y pies. Este tipo de artritis ocurre entre el 10 y el 30 % de los enfermos.

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